En la unidad anterior, exploramos la arquitectura desde la prehistoria hasta la época romana, analizando sus diferentes construcciones y el avance de sus técnicas. Ahora nos adentramos en la Edad Media, una etapa marcada por la desintegración del Imperio Romano debido a las invasiones bárbaras. Durante este periodo, los edificios religiosos se convirtieron en las estructuras arquitectónicas más relevantes. Además, abordaremos las etapas posteriores hasta llegar a los movimientos arquitectónicos más recientes.
ALTO MEDIOEVO
- BIZANTINO (s. VI d. C.)
La arquitectura bizantina se caracterizó por prestar gran atención al diseño de interiores, mientras que los exteriores solían ser sobrios y discretos. Fue predominantemente religiosa, con un enfoque en lo celestial y cargada de simbolismo. La única edificación civil destacada de este periodo fue el Magnum Palatium, una ciudadela fortificada con palacios, instalaciones militares, edificios públicos…
Con el surgimiento de la beneficencia, se construyeron edificios a esta labor, como hospicios, hospitales y orfanatos. El material mas empleado en estas construcciones fue la piedra espoliada ya sea por la prisa o el ahorro.
Una de las obras más emblemáticas del arte bizantino es Santa Sofía, que representa la union entre el imperio y la iglesia, un cubo rematado por una cúpula. En el interior se buscó crear una atmósfera celestial mediante mosaicos que cubrían las cúpulas (realizadas en cuatro pechinas cóncavo triangular) y un uso estratégico de la luz, logrando evocar la imagen de un cielo en la Tierra.
Las ciudades bizantinas, por su parte, tendieron a ser más pequeñas para optimizar recursos y facilitar su defensa frente a posibles ataques. Esto hizo que los sistemas defensivos, junto con los de almacenamiento y distribución de agua, fueran fundamentales. Además, se reforzaron antiguas murallas y se añadieron estructuras fortificadas para mejorar la seguridad, todo esto hecho por Justiniano.
2. PREROMÁNICOS (s VI-X)
Durante el siglo VIII, se desarrollaron los castillos que luego se extenderían por toda Europa, y varias culturas prerrománicas contribuyeron al arte y la arquitectura de la época. Entre estas destacan los longobardos, los visigodos, los carolingios y los sajones.
Los longobardos se sitúan entre el siglo VI-VIII, tenían poca tradición arquitectónica propia, se enfocaron en restaurar edificios romanos, introduciendo un simbolismo mayor y empleando materiales de alta calidad. Su estilo arquitectónico se caracteriza por su uniformidad. Además, eran expertos en orfebrería, incorporando vidrieras y piedras de colores en sus diseños.
Los visigodos, entre el siglo VII-VIII, adoptaron el diseño de la basílica romana clásica, aunque introdujeron formas más voluminosas y detalles influenciado por las culturas egresa y sirias. Ejemplos destacados de su arquitectura son la iglesia de San Juan de Baños, San Pedro de la Nave y Sao Frutuoso de Montelios.
Los carolingios, del siglo IX, revitalizaron el arte clásico, integrando influencias diversas para legitimar y exaltar al Imperio Romano. Su arquitectura se centró en estructuras religiosas como monasterios y catedrales, pero de carácter monumental. También construyeron palacios, como el Palacio Aquisgrán, cuya Capilla Palatina refleja influencias romanas, paleocristianas, bizantinas y longobardas. Una de sus principales innovaciones fue Westwerk, un edificio imponente añadido a las entradas de las iglesias para crear una fachada monumental.
Por último, los sajones se especializaron en la construcción de abadías y catedrales inspiradas en las basílicas romanas. Introdujeron innovaciones como el Westwerk, las dobles ábsides, galerías o tribunas, y la alternancia de soportes (columnas y pilares), contribuyendo así a la evolución arquitectónica del periodo.
3. ISLÁMICA (s. VIII-XV)
La cultura islámica dejó una profunda huella histórica, desde la planificación de ciudades y pueblos hasta la construcción de numerosas fortalezas.
En la arquitectura islámica, destacan el uso frecuente del agua y las torres. Estas últimas servían tanto para la defensa como para la observación del entorno. También introdujeron nuevo tipos de edificios, como las mezquitas y los baños públicos (hammams). En cuanto a la decoración, sobresalen los mosaicos con patrones geométricos y el uso creativo de la luz y el color para generar ambientes únicos.
4. ROMÁNICA (s. X-XII)
En el periodo románico, la inestabilidad política llevó a los señores feudales a reforzar la seguridad de las ciudades, transformando los palacios en castillos. Este estilo se caracteriza por un fuerte simbolismo y un enfoque en la educación religiosa, dejando de lado el realismo.
La arquitectura románica se basaba en el uso del arco de medio punto y las bóvedas de tradición romana, lo que requería muros gruesos en lugar de pilares. Para soportar el peso, se incorporaron contrafuertes y se redujo el tamaño de las aperturas en las estructuras. Este periodo también vio una proliferación de monasterios, abadías y hospitales en Europa, en gran parte debido al impulso evangelizador del cristianismo.
5. GÓTICA (s. XII-XV)
El estilo gótico, conocido como «el arte de los bárbaros», surgió junto con el auge de la clase media artesanal y comercial. Esta nueva clase social impulsó el crecimiento de los burgos, que se convirtieron en centros de desarrollo artístico y arquitectónico.
Durante este periodo, se perfeccionó el sistemas de bóvedas romanas mediante la incorporación de nervios diagonales, lo que permitió aligerar los segmentos de las bóvedas y redirigir el peso de manera más eficiente hacia abajo en lugar de lateralmente. También se introdujo el arco ojival, una variante del arco de medio punto que limitaba su altura y mejoraba la distribución de cargas.
Las catedrales góticas se transformaron en laboratorios de experimentación arquitectónica. Incorporaron avances como los arcos apuntados y las bóvedas de crucería nervada. Estas innovaciones permitieron eliminar gran parte de los muros, que fueron reemplazados por amplias vidrieras, e incrementaron significativamente la altura de las naves principales.
La estructura de las iglesias góticas conservaba la planta basilical con naves paralelas, pero añadía elementos como la girola, las capillas radiales y ábsides más complejos. Además, los arbotantes se usaron para reforzar las naves centrales, mientras que los pináculos y las agujas ayudaron a estabilizar las estructuras y acentuaron la sensación de verticalidad.
Se incorporaron materiales más ligeros en lugar de los tradicionales sillares de piedra, facilitando la construcción de estructuras más altas y luminosas.
El gótico también se aplicó en edificios civiles, como ayuntamientos, palacios señoriales, universidades, fortalezas, baluartes, puentes, campanarios y atarazanas. El auge del comercio y la artesanía fomentó la creación de espacios especializados, como la Lonja de la Seda en Valencia.
El Palacio Ducal de Venecia, aunque construido previamente, fue remodelado para convertirse en una obra maestra del gótico civil veneciano. Este edificio destacaba por su elaborada ornamentación, patios decorados, tracería en la fachada y una paleta de colores más variada que la de otros edificios góticos europeos.
El Ayuntamiento de Brujas es otro ejemplo notable, construido en piedra y decorado con múltiples pináculos y hornacinas que albergaban figuras de santos y otros personajes.
6. RENACENTISTA (s. XV-XVI)
El Renacimiento se caracteriza por un enfoque centrado en el ser humano, conocido como humanismo, que enfatiza los logros y valores humanos por encima de los dogmas religiosos. Este periodo buscó igualar los logros intelectuales y artísticos de la antigüedad clásica. Se redescubrieron principios como la perspectiva, las figuras ideales propuestas por Platón (círculo, cuadrado y triángulo equilátero), la simetría, las proporciones y la racionalidad. En este periodo destacan varios artistas como:
· Filippo Brunelleschi: Innovador del Renacimiento
Filippo Brunelleschi destacó como uno de los grandes arquitectos renacentistas, pero también fue humanista, orfebre, escultor y matemático. Su obra más icónica es la cúpula de la catedral de Florencia, notable por su tamaño y diseño. Fue construida sin cimbra y de manera autoportante, utilizando una técnica que le permitió completarla en 16 años. Esta cúpula, la más grande desde la antigüedad, se caracteriza por su linterna sobre tambor, una solución de doble cáscara apoyada en ocho nervaduras que forman dos capas paralelas de ladrillo macizo, entre las cuales se puede transitar.
Otra obra significativa de Brunelleschi es el Hospital de los Inocentes en Florencia, el primer edificio en emplear proporciones exactas. La distancia entre columnas es igual a su altura y a la profundidad de la galería, generando un diseño basado en módulos cúbicos.
- · León Battista Alberti: Teórico y Arquitecto
León Battista Alberti dejó un legado tanto arquitectónico como teórico. Escribió importantes tratados como De Pictura, De Statua y De Re Aedificatoria. Este último, junto con los escritos de Vitruvio, sentó las bases para la teoría clásica de la arquitectura, definiendo conceptos de belleza y ornamentación.
Entre sus obras, destacan la remodelación del Palacio Rucellai en Florencia, donde diseñó una nueva fachada que unificaba el conjunto, y el Templo Malatestiano, que incorpora proporciones y lenguaje clásico.
- Andrea Palladio: Maestro de la Proporción y la Funcionalidad
Andrea Palladio es otro gran representante del Renacimiento, conocido por su tratado I Quattro Libri di Archittetura, que analiza la arquitectura romana, las órdenes clásicas y documenta sus propias obras.
Construyó más de 40 villas campestres, diseñadas con plantas sencillas, proporciones armoniosas y un enfoque en la funcionalidad. Entre ellas, destaca la Villa Rotonda, un edificio circular coronado por una cúpula (innovación en residencias privadas) y rodeado de cuatro pórticos hexástilos de estilo jónico.
En Venecia, diseñó iglesias como la basílica de San Giorgio Maggiore y El Redentore, conocidas por sus frontones superpuestos, logrando composiciones arquitectónicas casi perfectas.
- Michelangelo Buonarroti: De Renacimiento al Manierismo
Michelangelo fue un artista polifacético que simbolizó la transición del Renacimiento al manierismo. En la Biblioteca Laurenziana, combinó curvas y ángulos rectos, formas cónicas y convexas, creando un espacio lleno de dinamismo. Su escalera en tres partes se considera una pieza central del diseño.
En Roma, Michelangelo reurbanizó la colina Capitolina, diseñando un espacio trapezoidal que reforzaba el eje de la escalinata y colocando un óvalo en el centro, reemplazando el círculo clásico.
Con el tiempo, comenzó a romper con la rigidez de la estética clásica, introduciendo un estilo más emocional y sensual que luego sería conocido como Manierismo. Este movimiento, caracterizado por la distorsión de las formas tradicionales, sentó las bases para el desarrollo del Barroco en el siglo XVI.
7. BARROCA (s. XVII-XVIII)
El estilo barroco surge como un medio de exaltación del poder, mostrando un marcado interés por la naturaleza y el entorno. En la arquitectura, se buscó maximizar el uso del espacio, manipulando la luz, el color y los elementos sensoriales para generar experiencias impactantes.
Este estilo rompió con las normas clásicas y estáticas, liberándose de las convenciones geométricas y espaciales iniciadas por los manieristas. Se enfocó en la presencia y la ornamentación, creando una fusión entre la realidad y la ilusión mediante escenas llenas de fantasía, efectos escenográficos y juegos de luces que transportan al espectador a un plano casi teatral.
- Gian Lorenzo Bernini: Maestro del Impacto Emocional
Gian Lorenzo Bernini, reconocido arquitecto, escultor y pintor del barroco, destacó por su capacidad de conmover emocionalmente al espectador. En la Capilla Cornaro, que alberga El éxtasis de Santa Teresa, combinó arquitectura, escultura y pintura para crear un entorno unificado y dramático, jugando con contrastes de luz y sombras y empleando colores cálidos para realzar el efecto emocional.
Otra de sus obras más emblemáticas es la plaza de San Pedro, con una forma elíptica y trapezoidal rodeada por columnatas toscano-dóricas que parecen abrazar a los fieles. Esta plaza se integra armoniosamente con la fachada diseñada por Miguel Ángel, demostrando su maestría en la composición monumental.
- Francesco Borromini: Innovador del Barroco
Francesco Borromini, considerado el arquitecto más original del siglo XVII, revolucionó el barroco mediante el uso creativo de formas geométricas como triángulos, círculos y elipses.
Entre sus obras más destacadas se encuentra la fachada de San Carlo alle Quattro Fontane, cuya forma cóncava envuelve al espectador, y San Ivo alla Sapienza, diseñada con una planta central en la que capillas laterales se organizan a partir de círculos y triángulos formando una estrella de David. Tres de los lóbulos terminan en ábsides semicirculares, mientras que los otros tres forman nichos convexos, logrando una compleja interacción de formas y espacios.
- El Rococó: Estilo de la Ostentación y la Superficialidad
El Rococó, surgido en el siglo XVIII, se convirtió más en una moda cortesana que en un movimiento artístico sólido. Este estilo, nacido en la corte francesa, se caracterizó por su enfoque en la frivolidad y el lujo.
Las decoraciones excesivamente recargadas buscaban impresionar y deslumbrar a los visitantes, con un carácter ostentoso y superficial que se alejaba del dramatismo y la profundidad del barroco, centrado en sorprender y exhibir riqueza.
8. NEOCLÁSICA (s. XVIII-XIX)
Después de los excesos ornamentales del barroco y el rococó, el neoclasicismo marcó un giro hacia una arquitectura más racional y funcional, priorizando la estructura sobre el impacto visual. Este movimiento retomó los ideales racionalistas del Renacimiento, promoviendo un diseño sobrio y equilibrado.
La arquitectura neoclásica se enfocó en la utilidad pública y la educación, dando lugar a la creación de nuevos tipos de edificios como los museos. En este contexto, algunos arquitectos franceses desarrollaron una arquitectura basada en formas geométricas simples que reflejaban claramente la función interna del edificio. Este enfoque, cargado de simbolismo, sentó las bases para la arquitectura moderna.
Étienne-Louis Boullée y Claude-Nicolas Ledoux fueron figuras destacadas del neoclasicismo, representando lo que se conoció como «arquitectura parlante». Este estilo combinaba diseños visionarios y geometrías puras con un profundo simbolismo, buscando expresar a través de las formas el propósito y el significado de cada construcción. Sus obras e ideas revolucionaron la arquitectura de su tiempo, introduciendo conceptos que influirían en generaciones posteriores.
9. SIGLO XIX
Con la industrialización en Occidente, el crecimiento demográfico obligó a ampliar las ciudades, ya que las murallas se tornaron insuficientes. Este proceso dio lugar a la expansión urbana y al surgimiento de nuevos tipos de edificios como naves industriales, estaciones de tren y mercados. Además, la industria proporcionó materiales innovadores como el hierro colado y el vidrio, permitiendo experimentar con nuevas estructuras y diseños.
La nostalgia por tiempos pasados y el deseo de escapar de la realidad impulsaron estilos historicistas como el Neogótico o el Neoegipcio, junto con propuestas exóticas como el Neoárabe o el Neohindú, y mezclas estilísticas que dieron lugar al Eclecticismo.
A mediados del siglo XIX, surge el Realismo, un enfoque artístico opuesto al romanticismo y la evasión, que reflejaba la realidad tal como era.
10. SIGLO XX
El siglo XX marcó un punto de inflexión en la arquitectura, con diseños que adoptaron líneas limpias y formas fluidas, inspiradas en la naturaleza, dentro del movimiento conocido como Organicismo. Este periodo supuso una ruptura con las tradiciones estéticas del pasado, aunque continuó influenciado por elementos del japonismo, el simbolismo romántico y la apreciación de la producción artesanal.
En este contexto surgieron estilos como el Art Nouveau (también llamado Modernismo), el Liberty y el Jugendstil. A pesar de su breve duración, debido a los elevados costos asociados con los productos artesanales, el Art Nouveau dejó un importante legado arquitectónico. En ciudades como Valencia destacan ejemplos como la Estación del Norte, el Mercado de Colón y el Mercado Central.
Uno de los máximos exponentes de este movimiento fue Antoni Gaudí, cuya obra evolucionó hacia un estilo más influido por la tradición mudéjar catalana y los elementos medievales. Otras obras representativas incluyen la Casa Tasselde Victor Horta, especialmente su escalera, mientras que William Morris lideró el movimiento Arts and Crafts, que abogaba por la arquitectura artesanal en oposición a la producción industrial.
Durante el siglo XX, también surgieron las vanguardias, con una fuerte influencia en la arquitectura:
- Expresionismo: Este movimiento buscaba transmitir emociones y distorsionar lo racional para expresar el espíritu. Ejemplo de ello es la Casa Milà de Gaudí, con su fachada ondulante y las peculiares chimeneas de su azotea. Otro arquitecto destacado del expresionismo fue Erich Mendelsohn, autor de la Torre Einstein.
- Cubismo: En este estilo se eliminó la separación entre el interior y el exterior mediante superficies acristaladas, como propuso Walter Gropius, mientras que Le Corbusier añadió el uso del monocromatismo y perspectivas múltiples en sus diseños.
- Futurismo: Influenciado por la tecnología y las máquinas, este movimiento incorporó líneas horizontales y oblicuas para simbolizar la velocidad y el dinamismo.
Entre 1913 y 1932, surgieron otras corrientes, como el Constructivismo y el Abstractismo:
- Constructivismo: Este estilo rechazó la ornamentación excesiva y adoptó formas geométricas abstractas. Sus diseños, simples y funcionales, emplearon materiales modestos como hormigón, cristal, metal y ladrillo, priorizando los espacios diáfanos y compartidos.
- Abstractismo y Racionalismo: El racionalismo, una derivación del abstractismo, se centró en la funcionalidad y la industrialización, utilizando volúmenes elementales, planos despejados y colores puros. Los diseños incluían líneas rectas, cubiertas planas y grandes superficies acristaladas. Le Corbusier añadió cinco principios fundamentales al racionalismo: los pilotis (columnas estructurales), la planta libre, la fachada libre, las ventanas corridas y los techos-jardín. Mies van der Rohe enriqueció esta corriente con una mayor atención a los materiales y sus texturas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, en las décadas de 1950 y 1960, la arquitectura se dividió entre quienes consideraban los edificios como objetos escultóricos y quienes priorizaban su valor funcional. Posteriormente, hasta la actualidad, ha habido un auge de la experimentación teórica y práctica. Estilos como el Deconstructivismo, el High-Tech, el Neo-Brutalismo y el Biomorfismo reflejan la creciente diversidad de enfoques, con un énfasis particular en la sostenibilidad y la expresión individual de los arquitectos.